19.11.13

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Cuando los periodistas ingresan a la casa de Elena Poniatowska, ella se encuentra al teléfono. "A ver si no me da aquí un soponcio y mi corazón se va rodando por las escaleras", expresa a su interlocutora.
Habla con Elena Ramírez, su editora de Seix Barral en España.
Desde ese país la despertó la noticia de que había ganado el Cervantes.
La prensa, que había aguardado a las puertas de su casa por más de una hora, ingresando de a poco, en pequeños grupos, porque su casa es muy pequeña y no todos caben, quiere saber quién más le ha llamado para felicitarla.
"Peña Nieto, no", se apresura a responder: "Pero tampoco Andrés Manuel. A Andrés Manuel le importa la literatura un pepino. Bueno, si yo fuera Benito Juárez quizás me hablaría, porque él lo único que ama en la vida es a Juárez".
La escritora y periodista se muestra feliz, más sonriente que nunca.
Estaba en pijama cuando le anunciaron que era la nueva Cervantes y nunca se esperó este momento. Se disculpa incluso por el apretado recibimiento.
"Esta casa es chiquita, no es para un Premio Cervantes".
Dice que la distinción la dedica también a los periodistas, como ella: "Ustedes deberían estar muy contentos".
A falta de sillas para todos los colegas, ella prefiere permanecer de pie mientras cuenta cómo se inició en el oficio.
Fue en 1953, cuando publicó su primer texto en el Excelsior, una entrevista que le hiciera al entonces Embajador de EU en México, Francis White. Ella tenía entonces de 21 años y la entrevista se la había conseguido su madre durante un coctel.

Muy sonriente, la escritora indica: "Le hice una entrevista absolutamente pendeja, pero la publicaron".
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