Sueño de dama con gato
Las manos me parecen las manos de Remedios Varo. De imaginarlas al aire, vendría un recuerdo de sábanas blancas tendidas en el patio de una casa en el campo. Pero en este momento el vals está en el mimo de Pepo, quien es un gato. Los largos dedos de la mano izquierda peinan el pelaje, algo acolchado. La derecha es más pasiva y se ocupa únicamente del abrazo. Existe un ronroneo pero es difícil escucharlo. De todos modos se adivina porque el tiempo parece suspendido y Pepo no conoce de otras manos. Nada duerme en esta escena, sin embargo. El gato ahora es un cuerpo dilatado. Hurga a lengüetazos las manos con sus dedos largos. Se deslizan de pronto dos colmillos sobre el rojo-frágil -y temblar- de dos codornices blancas.
De La especie está mutando
Antologado en Cardo, 5 años (en prensa)
2 Comments:
Vaya, muy bien! Me encanta que le hayas estrado.
Cuando leo éstos tus textos te recuerdo en Europa sólo y superjoven haciéndote fuerte y bienviniendo la soledad que es la adultez.
Me encanta ese periódo de tu poética,
Thnks por el comentario, Rachel. De hecho esos poemas, creo, andarán escribiéndose todavía. Y será cada que me digan: hey, tonto, aquí andamos y aún no nos escribes.
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