Destino
:
Siempre he tenido la costumbre de levantar de la calle asuntos que no me incumben. Uno de ellos son los papelitos. La curiosidad, creo, o el morbo, me llevan siempre a recoger destinos involuntarios.
En fin que el papelito era muy claro: "16 de Septiembre esquina Motolinia, 5-6".
Eran las 5 con 30 y el cruce estaba cerca, así que caminé un par de cuadras sobre Gante en dirección a la esquina…
Seguir este tipo de instrucciones refieren locura o sinquehacer. Yo las tomo como un juego y suelo en eso jugarme hasta la vida.
Pero, ¿cómo explicarme?
Digamos que me gusta pensar que existe una suerte de anunciantes que andan por el mundo lanzándote pistas. Y en esto tuvo que ver Cortázar, obstinado de las coincidencias y esas cosas, y Ursula K. Le Guin, reflejada en una mujer que en uno de sus cuentos, alejada de todo, en una casa de playa, se ponía a leer la escritura de las olas en la arena.
Pensaba un poco en ellos cuando comencé a jugar este absurdo, aunque cada vez menos, por desidia.
El juego consiste en entregarse, echar el cuerpo hacia las pistas que indican los papelitos. Pueden leerse también en un grafiti, en el destacado que alguien hizo con la pluma en el periódico; llegar incluso en la forma de un tipo.
Por ejemplo, estás en un parque o la fila del banco. De pronto te aborda un hombre y te pregunta por el número 723 de Tamaulipas.
El tipo acabará por esfumarse, como todo anunciante, pero tú un día vas y timbras en el 723 y sucede que abre quien podría ser el hombre o la mujer de tu vida. Intenta ingresar en su contexto, puedes comenzar vendiéndole seguros o galletas, sin pasarse de gandalla, por supuesto, porque entonces se te viene la realidad encima y te demandan por acoso, pinche enfermo.
O bien, el 723 pudo haber sido un centro krishna y entonces, si hay cojones, tu destino.
Otro anunciante puede ser el que te confunde, como aquella que me inició en el juego.
Estaba en el aeropuerto de Barajas, en Madrid, un poco ansioso porque esperaba un vuelo que me devolvería a México después de algunos meses, cuando se me acercó una mujer como si fuera un gancho al hígado.
―¿Tú eres escritor, verdad?
Yo tenía 18, escribía porquerías, vivía en el desmadre, ¡cuál escritor!...
―Sí― le dije ―Soy escritor.
La mujer me pidió un autógrafo y me quedé pensando en el absurdo, sobre todo porque se lo di, buscando divertirme un rato y tomarle el pelo. Luego le eché un vistazo y la vi perderse entre la gente.
Me pregunto, ¿qué habré firmado entonces?, ¿qué sentencia? Y, sobre todo, si fui yo quien le tomó el pelo.
El caso es que la vieja me hizo escritor y de esto nomás no vivo.
Por eso a veces suelo ser cauto, como esa vez de Motolinia, que estando cerca del cruce dije que no, que hoy no le entraría al absurdo y di media vuelta.
La tarde fue fatal. Mis amigos me dejaron plantado en un bar del Centro y la cerveza estaba tibia. Me dirigí al metro, atascado, y arriba los taxis ni siquiera se detenían. Volví andando con la sensación de que ese destino que estaba cruzando simplemente no me correspondía y que el mío se había quedado esperando en esa esquina.
En fin que el papelito era muy claro: "16 de Septiembre esquina Motolinia, 5-6".
Eran las 5 con 30 y el cruce estaba cerca, así que caminé un par de cuadras sobre Gante en dirección a la esquina…
Seguir este tipo de instrucciones refieren locura o sinquehacer. Yo las tomo como un juego y suelo en eso jugarme hasta la vida.
Pero, ¿cómo explicarme?
Digamos que me gusta pensar que existe una suerte de anunciantes que andan por el mundo lanzándote pistas. Y en esto tuvo que ver Cortázar, obstinado de las coincidencias y esas cosas, y Ursula K. Le Guin, reflejada en una mujer que en uno de sus cuentos, alejada de todo, en una casa de playa, se ponía a leer la escritura de las olas en la arena.
Pensaba un poco en ellos cuando comencé a jugar este absurdo, aunque cada vez menos, por desidia.
El juego consiste en entregarse, echar el cuerpo hacia las pistas que indican los papelitos. Pueden leerse también en un grafiti, en el destacado que alguien hizo con la pluma en el periódico; llegar incluso en la forma de un tipo.
Por ejemplo, estás en un parque o la fila del banco. De pronto te aborda un hombre y te pregunta por el número 723 de Tamaulipas.
El tipo acabará por esfumarse, como todo anunciante, pero tú un día vas y timbras en el 723 y sucede que abre quien podría ser el hombre o la mujer de tu vida. Intenta ingresar en su contexto, puedes comenzar vendiéndole seguros o galletas, sin pasarse de gandalla, por supuesto, porque entonces se te viene la realidad encima y te demandan por acoso, pinche enfermo.
O bien, el 723 pudo haber sido un centro krishna y entonces, si hay cojones, tu destino.
Otro anunciante puede ser el que te confunde, como aquella que me inició en el juego.
Estaba en el aeropuerto de Barajas, en Madrid, un poco ansioso porque esperaba un vuelo que me devolvería a México después de algunos meses, cuando se me acercó una mujer como si fuera un gancho al hígado.
―¿Tú eres escritor, verdad?
Yo tenía 18, escribía porquerías, vivía en el desmadre, ¡cuál escritor!...
―Sí― le dije ―Soy escritor.
La mujer me pidió un autógrafo y me quedé pensando en el absurdo, sobre todo porque se lo di, buscando divertirme un rato y tomarle el pelo. Luego le eché un vistazo y la vi perderse entre la gente.
Me pregunto, ¿qué habré firmado entonces?, ¿qué sentencia? Y, sobre todo, si fui yo quien le tomó el pelo.
El caso es que la vieja me hizo escritor y de esto nomás no vivo.
Por eso a veces suelo ser cauto, como esa vez de Motolinia, que estando cerca del cruce dije que no, que hoy no le entraría al absurdo y di media vuelta.
La tarde fue fatal. Mis amigos me dejaron plantado en un bar del Centro y la cerveza estaba tibia. Me dirigí al metro, atascado, y arriba los taxis ni siquiera se detenían. Volví andando con la sensación de que ese destino que estaba cruzando simplemente no me correspondía y que el mío se había quedado esperando en esa esquina.
22 Comments:
Me encanta la gente inteligente y tú eres uno de ellos. Abrazos.
Pos que bueno que le diste el autógrafo a la dichosa anunciante pa que nos cuentes mas historias, sólo he leído dos, la cursi y el cuentito del destino, pero se antoja seguir morboseando tus palabrotas.
Saludos
Hey, muchas gracias a ambos :) Dejo un abrazote.
comparto tu aficion... aunque mi destino va mas inclinado a hacer ya lo que se me ocurra y no esperar a que el mismo destino te lleve hasta ahi 20 años despues... no se si me explico...
destino seria que por error halla presionado el boton de "suguiente blog" y me trajera hasta aqui?
-muy interesante-
esto quiere decir que le firmaste al señor destino ser escritor? y si hay un imcumplimiento en el contrato que pasaria? tambien hay clausulas de penalizacion por no cumplir con nuestro propio destino?.
me encanta lo de leer señales. yo lo hago mas aplicado para jugar al melate o la loteria......ja....
saludos!
Belen
Interesante...
Cecilia y yo, te dejamos un abrazo, muy pero muy grande y nuestro sentido pésame.
Fer, amigo. Muchas gracias. Hasta ahora me asomo por acá. Va de vuelta el abrazo para los dos. Desde México se les aprecia. Muchos saludos.
Qué interesante historia, qué interesante blog...
Aquí una nueva lectora.
Saludos.
Saludos, Belisa.
Tres triste Tristanes tragaban trigo en tres tristes trastos sentados en un trigal. Y lo mismo, pero de atras pa'lante.
¿Ya leíste Todos los nombres, de Saramago? Habla de esa compulsión tuya y mía de andar recogiendo pistas, configurando sentidos y buscándole tres pies al gato.
Justo ahora en mi librero descansa la credencial del IFE de una mujer desconocida quien, según la dirección, vive a unas cuadras de mi casa. Probablemente un día vaya a dejarle su credencial. Si me animo, te contaré el desenlace de esa historia.
Atte: el muchachito del gym desértico gracias a Hard Candy Gym y sus cadeneros diabólicos.
Permíteme Tristán... y discúlpame.
Por favor anímate, Pável, y cuéntaselo, cuéntamelo. ¡Cuéntanoslo!
Yo sí quiero saber qué sucede con la credencial que está de vacaciones forzosas en tu librero, extrañando, quizás, a su dueña que la dejó abandonada en una esquina para saber si es cierto que lo que a uno le pertenece, regresa.
Yo también tengo obsesiones... Y sí, Todos los nombres, excelente.
Saludos.
pues tú Tristán sellaste mi destino cuando me preguntaste
¿Por qué no muestras lo que escribes? y ahora vuelco las entrañas y me desamparo sola, solitita cuando me da por esbozar retratos, triste mariposa clavada sobre un papel como dijiste un día.
Por cierto me encanta este texto!!!
Esto es horroroso. Le deseo buena suerte.
Uff, hacía rato que no me asomaba por acá. Andaba en la depre total... Hola Pável, gusto en tenerte por acá :) Cuenta eso, anda.
Debiste ir a Motolinea...
lindo blog lo añadire a favoritos :D
Estan invitados a la radio por internet www.stationmuzhic.es.tl te esperamos desde las 5 en adelante.
hay encontraras un chat en que podras conocer gente.
www.moyesponja.es.tl
Mi abuela contaba siempre de que guardaba el autografo de un gran escritor. Cuando fallecio lo descubrimos en su alajero.
¿Por que cuento esto? Porque, vivia en la calle 18 Numero 723 fallecio un dia 9 (1+8) a las 12 hs (7+2+3)del dia 12 de septiembre (mes 9) y encuentro este relato hoy... dia 17 de enero (mes 1, 17 +1 =18)
Lo cotidiano, lo que sucede todos los días es mundo. Sólo la casualidad nos habla. Hay seres, como tu y como yo, que intentamos leer lo que nos dicen, como las gitanas interpretan las figuras formadas por el café en el fondo de la taza.
Kundera dice que un ser humano que está ciego ante estos mensaje ha dejado que si vida pierda la dimensión de la belleza.
"Si un amor ha de ser inolvidable, han de unirlo las casualidades".
Y es aquí cuando una sonrisa me atraviesa la cara :)
Wow que interesante, me gusta eso de atreverse a experimentar el juego, puede sonar absurdo pero me late bastante...
Por "casualidad" llegué a tu blog, y bueno me llevo un reto, gracias por compartir...
La vieja no te hizo escritor, simplemente lo notó antes que tu.
Saludos
Oye, Rastreador. ¿Y quién era el escritor?
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