15.9.16

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Hoy pasé donde estaba, todavía hace un año, el recuerdo de Bridget. Donde estuvo su casa. Donde estaba el gran ojo central de la casa que miraba hacia la calle de Tokio. Donde estuvo el ojo de Bridget Tichenor mirando a través del gran ojo hacia la calle de Tokio. Sigue el árbol torcido frente a donde estuvo la casa. De los caseríos porfirianos, entre Dublín y Sevilla, queda nada. La casa de Bridget, justo al centro, reinaba la cuadra. Bridget la reinaba. Pero ya no es la cuadra este cercado de lamina que ahora abraza prácticamente la manzana. "Esta obra está controlada por la CROC", indica una lamina sobre el cercado. En el predio ha de levantarse un portentoso rascacielos, con el derecho que da el poder, la insensibilidad que da el dinero. Una suerte de hoyo negro que se tragó a no sé cuántos inmuebles y que se extiende hasta el otro lado de la manzana, sobre Reforma, donde ha de proyectarse el rostro vidriado del rascacielos, excelso, frente a la Diana. A la calle de Tokio le corresponderá el trasero, el culo del monstruo de vidrio y concreto, donde el gran ojo. Y por allí sacarán la basura, frente al árbol torcido de Bridget, que un día de estos habrán también de echar abajo.
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