LiNEA ARBiTRARiA SE DiSTiENDE

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Entenderé, entonces, que somos dos puntos, que en verdad existe esa línea imaginaria que los une, que la línea es arbitraria y hay distancia, un tramo largo como de aquí a Jaipur o una tienda sobre Ifestou en el viejo Plaka. La línea, aunque no sabes, se comporta obedeciendo los extremos; se prolonga, por ejemplo, hacia las costas, se estanca en los antros y en los bares, o se pierde durante un mes mientras te acuestas con un tipo. Pero pasa que te toca la distancia y supondré, entonces, que renuncias, que entregas la llave de tu piso y te mueves conmigo un poco en concordancia, y son los barcos, los trenes, los aviones, que acercan nuestros puntos. Digo acercan, pero es posible nos divida todavía un continente, entre el metro Beaudry de Montreal y esta mesa en donde almuerzo. Lo bueno es que hay eventos, lo supongo, que hay hambre que nos mueve y no nos sitia, que la línea, aunque retracte y se proyecte, concluirá por zigzaguear montañas y tomar vías férreas, prolongarse a la distancia hasta abrazar todo el planeta. Es entonces que, de pronto, entre los dos, hay un trecho tremendamente más corto que la línea que nos une y no sabemos, y que al final nos lleva a coincidir con la ciudad, encaminarnos hacia un parque y toparnos, justamente, de frente, en un momento en que sentimos que la línea se distiende y cae al suelo. Y es aquí que todavía, cada quien desde su nervio, se pregunta si tendrá el valor de hablarle al otro, o seguir de frente..