15.9.07

30 SiN LA CALLAS

El 23 de mayo de 1950, la Ópera Nacional (ONAC) abrió su temporada con un programa prometedor: Norma, de Vincenzo Bellini, que incluía la actuación de Kurt Baum, primer tenor de la Metropolitan Opera House de Nueva York; Giulietta Simionato, primera mezzosoprano de la Scala de Milán, y una griega de nombre Maria Meneghini Callas.

Manuel Yrízar, crítico operístico y cronista, tenía entonces dos años. "Mis padres se fueron a la función y me 'abandonaron' en la cuna", recuerda divertido.

Y es que la griega, que después redujo su nombre a María Callas, había generado grandes expectativas en la audiencia entendida, y empresarios, artistas y políticos se volcaron al Palacio de Bellas Artes en atención a una campaña publicitaria impulsada por Carlos Díaz Du-Pond, quien la presentaba como "la soprano del siglo".

"Callas, efectivamente, no era muy conocida, pero su nombre ya comenzaba a barajarse entre algunos aficionados", refiere el escritor Ernesto de la Peña, quien tenía cerca de 20 años cuando acudió al debut mexicano de la soprano, fallecida en París hace tres décadas.

"ONAC suplica a sus socios asistan en traje de noche", se anunció en los diarios, y el espectador así lo hizo: los caballeros acudieron de frac y las mujeres con sedas y tules, abrigos de mink y accesorios en oro y perlas, según cuentan las crónicas sociales del momento.

"Aquella era una época muy bonita, en la que todo el mundo respetaba el ir a la ópera", recuerda De la Peña. "Yo asistía siempre de frac y las mujeres de largo, cuando se iba al primer piso".

Pero aquella Norma, que destacó por el esplendor aristocrático de la audiencia, resultó "aburrida" y, en momentos, "desagradable", escribió Félix Herce en su Crónica musical (04/06/1950) de la Revista de Revistas.

Posee la citada señora Callas una escuela espléndida —escribió el crítico—, una prestancia maravillosa, pero su voz de agudos magníficos no es nada agradable en algunos momentos (...) No logró convencer ni entusiasmar más que en algunos sectores de las últimas filas.

Pero Herce se retractaría una semana después, cuando el 30 de mayo asistió a la función de Aída, de Giuseppe Verdi, donde calificó a la soprano de "extraordinaria", capaz de soltar notas que la colocaban "en el mismo cielo".

Pocas veces escuché una Aída como la de María Callas, y a mí, que no me gustó en la noche de su presentación, esta actuación triunfal me llegó al alma, refirió de la soprano que entre 1950 y 1952 presentó una treintena de funciones en el Palacio de Bellas Artes.

José Carlos González, coreógrafo y crítico de arte, recuerda que muchos cronistas de la época mostraron una actitud "anti-Callas".

"María tuvo retractores, pero conforme progresaron sus presentaciones, los críticos se fueron dando cuenta de que María no era sólo una soprano a coloratura dramática, sino que era la soprano absolutísima de todos los tiempos", refirió de la diva a cuyas presentaciones asistieron personalidades como la actriz Dolores del Río, el presidente Miguel Alemán y la escritora Vicki Baum, quien presenció Aída ataviada de negro y con un largo satoir de perlas.

Fue precisamente con una Aída de Callas que Sergio Pitol, de 18 años, se estrenó como espectador de ópera.

"Yo había visto a la Callas por televisión. Un día mis tías me sentaron con ellas y la vimos juntos. Me interesó mucho y quise asistir", recuerda el escritor. "Aquello fue impresionante, fueron aplausos tras aplausos para la diva".

Y no era para menos, asegura González, pues aquel 3 de agosto del 51 la soprano griega —que compartió escenario con el italiano Mario del Mónaco y la mexicana Oralia Domínguez— lanzó el mejor Mi Bemol de su carrera, superando a coros y orquesta.

Aquella fue una presentación apoteósica, cabecearon los diarios.

Vimos a señores serios levantarse del asiento (...) Vimos en los palcos y en las plateas a gente que se desprendía de sus sillas, por aplaudir, escribió Ana Salado en las páginas sociales del Excélsior.

"Los aplausos no sólo duraron mucho, sino que eran legítimos; eran el desfogue natural de un entusiasmo provocado por una gran artista, y eso caracterizaba al público de México, que era verdaderamente culto y sabía cuándo aplaudir, cosa que no sucedía ni en el viejo Met", recuerda González.

Callas, fallecida el 16 de septiembre de 1977, fue parte indiscutible de la época dorada de la ópera nacional, subraya Yrízar, quien asegura haber escuchado, desde la cuna, la transmisión radiofónica de aquella Norma de 1950.

"Da hasta tristeza saber que aquí vino la Callas y Giuseppe Di Stéfano, por ejemplo, y que ahora de aquello ya no hay nada (...) Estamos en ayuno, desgraciadamente, y los operófilos tristes, sumamente decepcionados por la administración mexicana de la ópera actual"..

Reforma (15/09/07)

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Y bueno, el caso es que las borracheras patrias siempre suelen opacar los aniversarios luctuosos de la Callas, y por eso es. Ora rolen los tequilas y

¡Qué Viva México cabrones!

5 Comments:

Blogger fgiucich said...

Por extraña y agradable coincidencia, estoy escuchando la ópera de Verdi Il Trovatore con Maria Callas, la más grande todos los tiempos (única soprano que pudo llegar a todos los registros). Y para completar, amigo, VIVA MEXICO, carajo!!!!!

septiembre 16, 2007 3:04 p.m.  
Blogger Silencio said...

Ah pues mi favorita es Casta Diva porque viene en la de 2046.....

Saludos

septiembre 17, 2007 12:46 p.m.  
Blogger Gerardo Mariscal said...

No se puede dudar de esa doña¡ Saludos Don¡

septiembre 18, 2007 7:04 p.m.  
Blogger Unknown said...

carajo! gracias por este "bendito" post! :D saludos! y un pequeño comercial... todos los domingos en el IAGO a las 11am. estamos cantando algunas arias famosas para festejar los 400 años de Ópera en el mundo desde aquí. la entrada es libre.. y ojalá que si están en oaxaca, puedan ir. 23sept en el iago y el próx. 30 en el maco. gracias pues y saludos de nuez :)

septiembre 20, 2007 9:39 p.m.  
Blogger Tristán said...

Así es, DONFER. Y dicen por aquí que Antonio Caraza Campos, un empresario mexicano, fue quien la incitó a alcanzar los registros, ubicándola en óperas no sólo a coloratura dramática, sino también en cosas como La Traviata y Rigoletto.

Ah, clarín, mi SILENCE. Con Casta diva, dicen, fueron los orgasmos de los restirados que acudieron a Bellas Artes. Yo no me acordaba que saliera en 2046, pero ora que la tengo ;) le voy a echar el lente.

Cómo va a ser, mi buen VODKA-M. Abrazos, míster.

Hola, LAÜ. Thnks por el anuncio, compañera ;)

septiembre 21, 2007 11:57 p.m.  

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