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"El cine es como la vida, pero desde afuera y sin los
riesgos, como verla simplemente pasar..."
Jorge Fons apenas se da cuenta que habla desde las butacas,
como espectador, quizá porque se considera, antes que cineasta, cinéfilo.
Cuenta con una carrera que se acerca al medio siglo,
director de cintas fundamentales de la cinematografía mexicana, entre ellas el
corto Caridad o largometrajes como Los albañiles, Rojo amanecer y El callejón
de los milagros, que proyectó a la Hayek.
"Es el cine la vida de los otros, los demás, es entrar
a una recreación, a una reorganización de la vida; una vida de otra manera y
con otros propósitos. El cine se hace para ver la vida, para vivir de otra
manera. Emilio García Riera, por ejemplo, decía que el cine es mejor que la
vida".
―¿Y usted lo cree?
―Creo que exageraba. Le gustaba exagerar...
―O sea que la vida tiene lo suyo.
―Sí, cómo no. Claro que la vida tiene lo suyo.
Dice Fons que ha disfrutado su carrera como ninguno, pero
insiste que lo suyo es ver cine.
"A mí lo que más me ha dado el cine es la posibilidad
de verlo, aunque claro, he tenido la suerte de hacerlo, de experimentarlo con
mis propios ojos y mis propias manos, aunque nunca he esperado que me dé algo
de regreso. El cine, para mí, ya me daba lo suficiente".
Nació en Tuxpan en 1939, aunque su primera niñez la pasó en
Tehuacán, Puebla, hasta los 6 o 7 años. Luego se mudarían a Tlalnepantla,
Estado de México.
"En Tehuacán iba mucho al cine con mis hermanas
mayores. Había un cinito muy viejo que se llamaba Cine Morelos, y luego me tocó
ir a la inauguración del Cine Reforma. Proyectaban, desde luego, cine mexicano.
Se exhibía mucho cine mexicano, y eso es algo que acentúo porque ahora no, se
exhibe poco, a cuenta gotas".
Tlalnepantla lo vería convertirse en el "cinéfilo
empedernido" que dice ser. Trabajó desde muy chico, prácticamente para
pagarse sus entradas. Era aprendiz de rotograbado en una cooperativa editorial.
Ganaba 6 pesos, que era mucho. Los boletos, en permanencia voluntaria costaban
25 centavos en galería, y 60 en luneta.
Entonces veía de todo, era un niño.
Hoy pondera un cine sobre los otros. El italiano, por
ejemplo, sobre todo el neorrealista, con exponentes como Rossellini, Visconti o
Pasolini. Se inclina además por Buñuel o la cinematografía francesa, la Nueva
Ola, así como algunas individualidades: Kurosawa o Bergman.
Hace espacio también al cine nacional: Gavaldón, El Indio,
Bustillo Oro... "Ese cine es entrañable; es como la comida de mamá. Uno
siempre está buscando sus sabores".
Pero Fons, el cineasta, comenzó haciendo teatro, primero a
través de un grupo que conformó en Tlalnepantla; luego con Seki Sano, Julio
Ruelas y Juan José Ibáñez, para después montarlo de forma independiente.
Si no hizo cine desde antes ―su primer trabajo fue el corto Pulquería La Rosita, 1964― fue porque el gremio estaba cerrado. Cuenta que el sindicato
decía que había más directores que películas y no facilitaba ingresos, mientras
que filmar de forma independiente era más difícil que ahora.
"Pensé que iba seguir haciendo teatro toda mi vida,
pero ya no me fue posible porque el cine de pronto me comenzó a jalar".
Vendrían cintas como El quelite y Los cachorros.
Con Los albañiles, de la mano de Vicente Leñero como
guionista, renovaría en la estructura al llevar la narración a una suerte de
rompecabezas; Rojo amanecer la rodaría casi en su totalidad en un departamento,
convirtiéndose en un símbolo del 68 mexicano, mientras que en El callejón de
los milagros, también con Leñero, volvería a la desfragmentación al contar una
misma historia desde tres perspectivas.
En casi 50 años de carrera, Fons ha rodado una veintena de
títulos, dándose pausas grandes. En los 70, por ejemplo, rodó una decena de
películas, mientras que en los 80, tres; en los 90, una, y en lo que va del
siglo, dos: La cumbre y El atentado. Se debe también a su incursión en la
televisión, para la cual ha dirigido telenovelas como La casa al final de la
calle, El vuelo del águila y, recientemente, Una familia con suerte.
"He dejado a veces de hacer películas, pero nunca de
ser cinéfilo", advierte el cineasta.
Asegura que elegir un proyecto no es sencillo, pues siempre
se quiere aspirar a más y los proyectos no siempre acaban por convencer, y es
por eso que prefiere no adelantar planes futuros.
"Si se me atraviesa en mi camino la película que quiero
hacer, prometo estar al alba para pepenarla, y si no, espero que alguien más la
haga".
2 Comments:
Muy interesante. No he visto Los Albañiles, aunque me la han recomendado. No es fácil de encontrar.
Me pareció haberla visto no hace mucho en Gandhi. Deberías asomarte a su catálogo en línea.
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