13.6.11

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Fui a la Cineteca a ver una película surcoreana que casi me duerme: Ha ha ha, de Hong Sang-soo. Cuando estaba a punto de sugerirle a Jonathan que mejor viéramos Copia fiel, de Kiarostami, se le adelantó velozmente a mis intenciones. La había visto ya por su parte y le pareció tediosa. Y a mí que casi me había provocado un orgasmo cuando me llevó a verla Guillermo Eduardo. Entonces ya ni siquiera se lo propuse y vimos la otra que encajaba con el horario, Ha ha ha, que resultó cualquier cosa.
Durante la función, aunque quise reprimirme, no pude no pensar en la idea estúpida que siempre me cargo con respecto a salir por primera vez con alguien e ir al cine.
Pienso que el cine, quiero decir que esa primera película, marca una especie de precedente en las relaciones. Es sencillamente la historia que dos desconocidos se sientan a ver juntos y comparten. Digamos que, cuando la pantalla se va a negros y corre la cortina de créditos, eso que concluye y que se apaga es lo único que los hace mutuos, lo único que ambos conocen a fondo y que les une, porque para este momento ninguno de los dos conoce al otro propiamente.
La película, entonces, muchas veces programada en la cartelera que uno tiene de frente por esa cosa que llaman destino, los ubicará en el tiempo y el espacio, incluso, cada quien por su lado o juntos, hasta que les viene la senectud o la muerte.
Dirán que suena cursi, pero este último punto es totalmente cierto, sobre todo, si aquella historia que dos desconocidos comparten resulta trascendente.
Uno puede, y se recomienda, no tomarse al pie de la letra todo este asunto y de cualquier forma entregarse, pero les digo que por más que quise reprimirme me vino durante la función la idea estúpida que siempre me cargo y ya siento que me estorba Ha ha ha, que nos dejó ahuevados a los dos en el mero arranque de algo que en realidad ni sé que sea. Quizá debimos movernos a otro sitio y ver la 2 de Kung Fu Panda, como Jonathan proponía, pero no importa.
Yo sólo vine a decirles que no vean Ha ha ha y a recomendarles mejor Copia fiel, o Copie conforme, de Abbas Kiarostami, donde Juliette Binoche, aunque vieja, se ve hermosa, y William Shimell, ese terco… dan ganas de ahorcarlo.
Él es un escritor inglés que llega a la Toscana a promocionar su último libro, Copie conforme, un estudio intrincado sobre la delgada línea que separa a las obras de arte originales con sus falsos, tema que asomará a lo largo de la cinta cuando el tipo se entrevista con Ella, o sea Binoche, una galerista con la que recordará una historia mutua de amor que pareciera basada en supuestos o realidades, no se sabe.
Kiarostami nos los presenta como dos desconocidos que coinciden en la Toscana, y lo que no era se va convirtiendo en la historia de un reencuentro. O en la historia de dos solos que se entregan de una forma extraordinaria a la simulación, que se convierten en copias fieles, precisamente, en dos falsos que se montan en una historia de amor que iba pasando.
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1 Comments:

Anonymous Anónimo said...

Yo ví en 2002, en el cine Coyoacán, "A beautiful Mind".... agrr, no fue buena idea, desde entonces siempre ando esperando que el amor y la razón al mismo tiempo lo puedan todo o nos salve ...

agosto 01, 2011 10:45 p.m.  

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