21.4.11

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Me contaba un día Mar que existe una estación de metro en donde puede escucharse a Gustav Mahler. Y ahora que lo evoco me doy cuenta que en la afirmación existe el tono de quien cuenta una leyenda urbana. No recuerdo cómo es que Mar me vino con el tema, aunque es normal, yo no recuerdo muchas cosas. Lo más probable es que no insistí, pero hace poco me vino aquello porque entré al Metro Auditorio y en el aire, por supuesto, no había Mahler, sino algo parecido a Elis Regina o Gal Costa, aunque no importa. El caso es que me vi, justamente, como le contaba aquella noche a Mar, transportado como un tonto en las eléctricas, bajando al fondo de una estación que en aquel momento estaba sola. Quizás ubiquen la estación y recuerden bien el túnel por donde corren, profundas, las escaleras. Yo le contaba que allí la soledad es grande en horas muertas. Lo comenté después con Guillermo Eduardo y se mostró de acuerdo. Es un poco escalofriante, me dijo, sobre todo si suena de pronto algo como Dead Can Dance. “Uno decide entonces si sigue vivo o toma el siguiente metro desde las vías”.
Foto: Miguel Amador.
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