30.4.11

Poco después de recibir en 2007, en Alcalá de Henares, España, el Premio Cervantes, me encontré con Juan Gelman. Su mirada de venado triste.
Platicamos de Otromundo, la antología que se lanzaba a propósito del galardón.
Me sentí torpe cuando quise volver al tema después de tanto volver al tema: la pérdida del hijo en manos de una dictadura que muchos argentinos cargan como lastre. Él desde entonces tiene algo de muerto.
“¿Qué se hace con el dolor?”, fue mi pregunta.
Gelman no quiso contestarme y me miró con compasión.
Me vino a la cabeza entonces “Regresos”, un poema que incluyó en Valer la pena (2001):

Así que has vuelto.
Como si hubiera pasado nada.
Como si el campo de concentración, no.
Como si hace 23 años
que no escucho tu voz ni te veo.
Han vuelto el oso verde, tu
sobretodo larguísimo y yo
padre de entonces.
Hemos vuelto a tu hijar incesante
en estos hierros que nunca terminan.
¿Ya nunca cesarán?
Ya nunca cesarás de cesar.
Vuelves y vuelves
y te tengo que explicar que estás muerto.

Yo entonces tragué saliva y, como dije, me sentí torpe.
Gelman ha hablado demasiado del dolor. Sobre todo demostrado tantas veces qué se hace con el asunto del dolor, y yo, que acostumbro llorarlo en los rincones, preguntándolo.
-
Foto: Luis Magán

1 Comments:

Blogger fgiucich said...

Una anécdota para guardarla en caja de plata y oro. Abrazos.

abril 30, 2011 5:08 p.m.  

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