Día 11*
De Ramón Peralta**
Me despedí de mi madre como si acabara de morir.
Algo me alejaba rápido. Hacía mucho ruido, como hélices de barco. No conozco los barcos ni mucho menos a los hélices, pero creo que los hélices impulsan a los barcos, por eso creo que hacen mucho ruido. Hoy hace buen clima. Estaba aprendiendo a jugar ajedrez. No soy barco, pero me gustaría serlo, para salir corriendo y disolverme. Sé que no puedo disolverme en el horizonte.
Pero algo se disolvía esa noche. Llegaré tarde al trabajo. Me disculpa. Son, tal vez, las siete. Me llamo Juan y tengo 13 al despuntar el día.
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*Antologado en CARDO, cinco años, Poesía (Red_es, 2005)
**Ramón es antropólogo. Directivo de Oráculo. Autor de Diáfanas espigas (FETA, 2004)
6 Comments:
Hola Tristan,
muchas gracias por tu visita y de paso por el link... ajeno a mis costumbres ya estoy poniendo respuestas a todos los comentarios, espero que no sea tu ultima visita y mientras tanto aqui estaremos dandonos nuestras vueltas tambien... saludos...
Thnks por venir, HamletMachine... Lo del link, chale, no hay por qué agradecerlo... Tu visita de paso sirvió para concocer LHETÉ, sin duda un blog más ad hoc a este servidor. Saludos.
Un barco, tal vez agua, una corriente que el un monton de moleculas de agua algunas se quedan y otras se agregan un camcio contante, la corriente va y nunca tiene el mismo grupo de moléculas original.
Como bañarse en el mismo río. Exactle. Es la mente la que reconoce las cosas como las "mismas". Al cuerpo no le queda más que obedecer, aunque no reconozca nada de lo que toca.
Un barco que se disuelve... mmm, interesante. Me recordó aquel bote viejo, viejo, viejísimo de La última escala del Tramp Steamer de Álvaro Mutis. La disolución nos acecha.
Saludos, Tristán!
No leí "La última escala del Tramp Steamer", Flectere, pero de que la disolución nos acecha no hay duda. Ramón lo dice bien bonito.
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