27.5.11

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El cuerpo de Leonora Carrington descansa desde ayer en el Panteón Británico. Su ataúd tocó tierra cuando faltaban 5 minutos para 2 de la tarde, la hora anunciada.

La familia, hermética, que había llevado su muerte casi como un secreto desde el miércoles por la noche, pidió intimidad. Incluso el Jefe de Gobierno, Marcelo Ebrard, atendiendo a ese deseo, echó atrás la intención de ir a despedirla.

Sólo una treintena de personas presenciaron el sepelio, encabezado por los hijos, Gabriel y Pablo Weisz, y sus nueras, Martha Patricia y Wendy.

En las puertas del panteón, Consuelo Sáizar, Presidenta del Conaculta, transmitió a los medios el mensaje de los deudos: "Sabemos que todos la quieren, pero es nuestra madre y queremos estar a solas con ella", externó en su nombre.

La funcionaria decidió no quedarse. Apenas habló con la prensa, partió.

Mientras tanto, en el fondo del panteón, en el extremo derecho, el cuerpo de Leonora comenzaba a descender en un silencio de pronto suspendido por un helicóptero, o por el llanto de Pablo y los sollozos de Nora Horna, la hija de Kati, una de las grandes amigas de la artista.

Entre el puñado de asistentes se encontraba el promotor Isaac Masri, coleccionista de su obra, y los artistas José Sacal, quien le arrojó tres paladas de tierra, y Alan Glass, su amigo y colega surrealista con quien compartió tantas tardes de té en su casa de la Colonia Roma.

Su tumba espera ahora la colocación de dos inscripciones a manera de epitafios. Una de Gaby, como le decía a Gabriel su madre: "Siempre miraré dentro de tus ojos", y la otra de Pablo: "Como una fuerte luz cegadora de imaginación, llegaste y nos dejaste".

Oculto, tras de un árbol, me despedí también yo de esa luz que era Leonora. 

22.5.11

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Qué fácil el dolor cuando no es nuestro.

Retorcérsenos la entraña, incluso; llovernos en plomo, entre sangre o baba que no es nuestra.

Qué fácil salir a un precipicio ajeno y tirarnos,

..........porque no es cuestión de caer, la cosa es tirarnos,

no mientan.

Qué fácil son las palmaditas en la espalda, cumplir con la fricción en el estómago y algunas lágrimas.

Luego cerramos el dolor que no es nuestro, prendemos un cigarro, la tele y lo que venga,

así de fácil.

2.5.11

Y ahora mismo que escucho esta rola me siento un poco roto.
Un poco por la rola y otro poco por esa cosa que uno no acaba de pescar y al mismo tiempo de soltar; que no se deja, que complica, que congela, que no acaba de encajar en un mundo en el que, se supone, todo encaja.
De todos modos prefiero echarle la culpa sólo a la rola, a esos pobres miserables de Closer que se me agolpan de pronto cada que la oigo.
Esta rola no habla de mí, no habla de ti. No habla de mí ni de ti. Nodemínideti, vendría a ser el mantra.
And so it is.

1.5.11

Ya párenle con los muertos que duelen,
carajo.
Ernesto Sábato
Ernesto Sabato (1911-2011)
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