7.5.21

:

Se llamaba Jacob y acababa de cumplir 20 años.

Le parecía fantástico el hecho de sostenernos en huesos.

–Miren qué lindo bailamos y andamos de puntitas, decía.

–Lo bien que nos sale retorcernos

y menear las caderas y las manos.


Y en verdad meneaba el culo y las caderas

como si él lo hubiera inventado.

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