29.1.11

Tiene que ver con la muerte de mi padre

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Veo que este abandono de la Lumbre Culebra ha sido el más prolongado. Tiene que ver con la muerte de mi padre, fallecido el 11 noviembre; a las 11:11 del día 11 del mes 11. En realidad no estamos seguros de los minutos, pero, según nuestras cuentas, así fue. Y a mí me alivia que haya muerto entre onces, aunque no haya sido el 11 perfecto. Pero claro, no tiene importancia. La muerte, en todo caso, siempre se adelanta, y el caso es que de pronto falleció papá. Recuerdo que cuando me llamaron de Oaxaca, a las 11:15, me dirigía a la Roma para entrevistar a Agustín González en la Arróniz; Agustín, como mi padre. Tampoco tiene importancia, pero igual lo digo... Pensé volver a la Lumbre en el momento adecuado para escribir algo sobre él, pero desde entonces casi todo me tiene harto y poco escribo. Nos debimos mi padre y yo muchas cosas. No me extraña deberle ahora sentarme y escribir sobre él. Ésas cosas, supongo, llegan de pronto y no se fuerzan. Como la muerte, precisamente... Mientras tanto, sigo pensando en el asunto que traía en la cabeza un día antes de la muerte repentina de papá. Lanzaba en Twitter comentarios sobre La invención de la soledad, que hacía una semana había retirado del librero para prestárselo a mi amigo Memo, quien buscaba algo que leer durante el viaje a Europa que realizaría con Ana. Creo que cuando murió papá, el libro andaba por Roma. Yo debo ser esquizofrénico con el asunto de las coincidencias y esas cosas, pero el libro lo comenzó a escribir Paul Auster cuando falleció su padre una mañana de 1979, el año en que nací. En él retrata al "hombre invisible" y distante que fue el padre y reflexiona en su papel de hijo y su propia soledad; ¿una especie de orfandad?, se preguntan sus editores... Yo digo que ya habrá tiempo de lanzarme mis preguntas. Por lo pronto, les anuncio que la Lumbre Culebra está de vuelta.
Aquí una foto con mis padres, cuando salí de prepa. Cómo me gusta, la condenada.
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