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Alguna vez Juan Soriano le confió a Elena Poniatowska, su amiga, que lo mejor sería matarse.
"Yo conocí a un Juan que temblaba, que sufría de temblorina en las manos y tomaba valium para sus depresiones", recuerda.
Su melancolía, acentuada en la década de los 60, radicaba en la duda hacia su propia creación, sumando a ello una gran realidad: era un mal negociante y no cobraba lo que vendía.
Además sus amigos no le ayudaban, señala, le inducían al alcohol y las borracheras eran cosa del día: "Le tocaban de madrugada cuando vivía en la Colonia Cuauhtémoc, frente al Parque Melchor Ocampo, y Juan les tenía que abrir y ofrecerles un tequila".
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Esto a propósito de Juan Soriano, Santo y Seña
que cierra el 18 agosto en el Museo Soumaya
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Soriano y Poniatowska en la Maison de l'Amérique Latine, mayo de 2004 / Un año y 9 meses después falleció el pintor, y un año y medio más tarde la escritora me dice que Hugo Chávez no debe reelegirse. Nada tiene que ver con esto, pero no importa, yo nomás digo para quede constancia..