27.2.19


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Hace poco sorprendimos llorando al guardia del edificio. “Sorprendimos” es la palabra, porque apenas se percató de nuestra presencia recuperó rápidamente la compostura, como si el llanto hubiera sido imaginación nuestra. –Estaba llorando, me dijo Iran tras pasar frente a él y levantar nuestras manos en un saludo torpe, “Buenos tardes”, y obtener en respuesta una sonrisa franca. Lo sorprendimos llorando, suelto en lágrimas, pero ya no estoy tan seguro.
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