2.4.21

:

Me acuerdo de una tarde

en Santo Domingo, en el Paco.

El olor denso del café hacía acrobacias

en el aire de la tarde calurosa.

Una tarde decididamente triste.

La tarde de quien llega tarde a todas partes

y ha de sentarse solitario en una mesa

    como estatua.

Y pensar,

mientras se mira la Calle El Conde:

"Buenas tardes, querido diario".

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