27.7.11

Del 14 al 24

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Conocí el 14 en el 2000. Me recuerdo cruzando con Andrés el pasaje del mercado de comidas que unía a la Plaza Garibaldi justo con su puerta, una cortina de acero con el número 14 en colores fluorescentes. Era un bodegón con una pista cuadrada al centro y unos baños de miedo, donde para mear debías entrar al WC si no querías a una bola de locas mosqueándote el aparato.
Su fauna, sobre la pista, era espectacular. Bailaban “Mío. Ese hombre es mío. Ni te le acerques, es mío…” y cosas así, sobre todo travestis de toda facha y militares rasos en su día de descanso.
Ya no había sexo en vivo, pero cantaban Danielas Romos y Lupitas D’alessios en shows que se intercalaban con strippers chacales que enseñaban todo, igual que en otros hijos del 14 que ahora operan en la zona, el 69 o el Wawis, por ejemplo, ambos en Eje Central, o en una onda más kitch, el Marra, sobre República de Cuba, que más bien es un putibar con onda alternativa y no un dancing club como los otros.
Pero nada como el 14, que después cerraría para reabrir una cuadra más adelante, como Ahora es 15, sobre Ecuador, para volver a cerrar varias veces, reubicándose primero en dos localotes de Eje Central, una tras otro, y luego en la propia Plaza Garibaldi, cada vez más decadente el pobrecito, y todo muerto, tanto que se fueron los soldados y quedaron sólo los travestis menos divertidos.
Cuenta la leyenda urbana que ahora se reúne la fauna en otro antro del cual no tengo coordenadas. Decían que en el Spartacus de Neza o que en una zona igual de malandra por Cuatro Caminos. Sabe Dios.
Pero hace dos sábados, que salí con Bety, nos fuimos a explorar. Le habían dicho que posiblemente había resurgido algo como el 14 en la Santa María la Ribera y, sin pensarlo, nos jalamos para allá. Y como estamos mal de la pinche cabeza, no nos pareció una locura salir a las 11 de la noche del Metro San Cosme y serpentear en la colonia. Buscábamos el Club 24, que por fin encontramos a partir de pinches pistas, ¿cuál dirección?
No cumplió las expectativas, la verdad, porque aquello, en principio, ni se parecía al 14.
―Nuestros clientes son de Polanco y llegan por allí de las 2― nos dijo el capitán de meseros, un tipo mamado, de barba, al que de pronto traicionaba la voz.
―Mientras les explico― prosiguió. ―Tenemos un show con varias travestis. En un momento van a empezar a salir unos chicos con interiores muy sexis que comenzarán a pasearse por las mesas. Van a traer mucha sed y ustedes podrían invitarles una copa. Su copa cuesta 100 pesos... y miren… ―volteó a un lado y luego al otro― si quieren les muestro allá abajo, hay unos cuartitos donde, por 150, les bailan en privado…
Para este momento yo me tragué la carcajada y Bety también. El capitán sonrió con nosotros y luego nos ofreció un Conejo, la especialidad del lugar; vodka, leche, rompope, granadina y no sé qué más. ―Además es una bebida muy chula porque es rosita―, nos dijo mientras nos guiñaba el ojo. ―No me van las bebidas con leche―, le respondí, y el cabrón me albureó. Me enderecé un poco del asiento para cortar aunque sea tantito esa confianza y le pedí un par de chelas. Él nos vendió otro rato el concepto del sitio y después se retiró.
Del Club 24 destaca su show travesti, que esa noche integró un programa de divas como Amanda Miguel, Rocío Dúrcal, Yuri, la Guzmán y no recuerdo quién más, pero también dos gringuitas, Pink y Madonna, ad hoc al gusto de la clientela. Y es que digamos que el Club 24 viene a ser algo así como el arrabal de un fresa promedio.
Al final nos la pasamos chido entre el show, sobre todo con la Madonna algo torpe que le echaba hartas ganas, y la botana de la noche: un viejito como de 60 que besuqueaba a su chichifo mientras lo llenaba de whiskys.
Chichifo, dícese del chavito pues que se vende.
El Club 24 se localiza en Santa María la Ribera 24. Y no le digan a nadie, pero adentro se puede fumar.
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