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Hace unas horas, una mayoría de mexicanos, según parece, votantes de escritorio, de sofá, ha elegido, con la mano en la cintura, el regreso del PRI, el partido que gobernó a generaciones como quiso. Al menos eso indica el conteo a este momento, con el 45% de las casillas computadas, después de una campaña irregular y fraudulenta; fraudulenta por la colusión de las televisoras con el partido que regresa, la compra de medios y votos, como si habláramos del mismo PRI que México expulsó del poder hace 12 años tras 7 décadas de gobiernos torcidos, y es el mismo. Pero una mayoría de mexicanos, según parece, desde el sofá, frente a la tele, la tele coludida con el PRI, ha votado por su regreso, sin pisar incluso las calles que sí tomaron decenas de miles de personas, ciudadanos sin partido que llamaron a un voto de conciencia, contrario al PRI que las televisoras buscaban imponer a cambio de prerrogativas impermeables ante eso que AMLO, el candidato a vencer, llamaba la democratización de los medios. Las calles fueron un hervidero de jóvenes, #YoSoy132, que al final no incidieron, según parece, en el voto de esa mayoría de mexicanos que no entiendo... En unas horas, cuando despertemos, se habrá consumado la elección y yo me sentiré doblemente enojado. El dinosaurio, pecho erguido, en la más alta de las rocas, estará allí. Puedo hasta ver que cuelgan de sus dientes hilos de sangre muy roja. Vienen años perros, ni modo, pero habrá que demostrarles que la dentellada ya no será tan fácil.