:Que se venga mi mano, que esquirle el orgasmo en la inocencia, que se venga con uñas, que dañe la boca murciélaga
de la pelvis
u b r e et m o r b o
:Que se venga mi mano, que esquirle el orgasmo en la inocencia, que se venga con uñas, que dañe la boca murciélaga
de la pelvis
Hay días
en que Uno es el Otro
que nos habita
y sale para vivir
lo que el Uno teme
Más real que la afirmación de estos versos de mi amiga Trish, es la grata disposición de sentarnos a pensar el dolor a través de éste, su primer poemario, y hacer que las fricciones salgan de una vez por todas. Que sirvan de algo, pues, las frisuras, los huecos, los espectros poseyéndonos la calma, que negarlos es negar el cuerpo y no he visto últimamente por las calles gentes incorpóreas (.en toda la extensión de la palabra.)..
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La salida al precipicio, de Trish, bajo el sello del Colectivo Poético Cardo, se presenta este sábado (1 de abril) en Chignahuapan, Puebla, a las 6 de la tarde, cafetería La Parroquia, Pasaje del Zócalo. Tendré la fortuna de presentarlo junto con Raquel Olvera y, por supuesto, la autora / Si usted se interesa en asistir, adelante, asista, Chignahuapan del DF queda cerca (ni qué decir de Tlaxcala, Pachuca, Puebla). O si bien se interesa en adquirir un ejemplar, favor de hacer clik en el link del Colectivo y manifestarlo. Además La salida al precipicio, créalo, es toda una lección para salir ileso de los hoyos negros. De mientras, aquí otro poema.
La felicidad se centra en una periódica sucesión de soportes, como cruzar un río piedra a piedra. Mojarse no es triste. Vivir mojado es la mierda..
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Un recién nacido se sabe corto de peso. Ha decidido mamar de las tetas de su madre al grado de sorberla
TODA
cual si fuera un espagueti.
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Eduardo Casar se burló una vez de mí. Había pedido le lleváramos un puñado de argumentos para llevarlos al cine. Le llevé esta cosa, jeje, y les digo que se rió de mí (yo también me reí). No acepta desarrollo, me dijo, déjalo así. Así cómo, pensé. Y el caso es que el lactante, cuando menos lo esperaba, ya se había chutado a su mamá. No, pues sí, para qué le pienso, cuando la cosa es una para qué buscarle más. Pero el hambre es ciega, o te hace ciego, comes, y luego qué. Ni el hueco del Snickers, la verdad .