31.7.05
30.7.05
Un arbre vaut mieux que le marbre
Car on y voit les noms grandir.
Jean Cocteau
24.7.05
El Dios nunca muere
En agosto del año 1881, Friedrich Nietzsche escribió una carta a su amigo Peter Gast, desde Sils-Maria, en Suiza, donde se restablecía de algunos problemas relacionados con su salud:
No, mi querido y buen amigo. El sol de agosto está sobre nuestras cabezas, el año corre a su fin... En mi horizonte han surgido ideas, como nunca las he contemplado... ¡Tendré que vivir todavía algunos años! A veces me pasa por la cabeza la idea de que en realidad vivo una vida altamente peligrosa, pues pertenezco a la clase de máquinas que pueden saltar en pedazos... En último término, si yo no pudiera extraer mis energías de mí mismo, si tuviera que esperar a estímulos, a palabras de aliento, a consuelos de fuera, ¡dónde estaría yo, qué sería yo!... Ahora no espero ya nada, y experimento sólo un cierto asombro triste cuando pienso en las cartas que recibo. Todo es asaz insignificante, nadie ha experimentado nada por mí, nadie ha malgastado un pensamiento en mí; todo lo que se me dice es estimable, pero lejano, lejano, lejano. También nuestro querido Jacob Burckhardt me ha escrito una cartita apocada y pusilánime. Como recompensa acepto, en cambio, que este año me ha mostrado dos cosas que me pertenecen y me son íntimamente próximas: la música de usted y esta comarca. Esto no es Suiza, no es Recoaro, sino algo completamente distinto; en todo caso algo mucho más meridional. Tendría que ir a las altiplanicies mejicanas, cerca del silencioso Océano Pacífico, para hallar algo semejante, por ejemplo, Huajaca, y allí, desde luego, con vegetación tropical...
Es cierto, Nietzsche quiso correr hacia Oaxaca después de haber visto una serie de fotografías del fotoarqueólogo Désiré Charnay, quien había estado en los Valles Centrales, a mediados del 1800, participando en excavaciones de asentamientos zapotecas y retratando la ciudad, y estuvo también en el Istmo, estudiando comportamientos humanos y durmiendo con indias al vaivén de una hamaca. Las fotos que habría visto Nietzsche debieron provenir de Juchitán y no del valle, pues en los Valles Centrales no existe un clima ni vegetación tropical (que era lo que recomendó el médico a los bigotes de Zaratustra). ... Pinche de Dios, ahora lo pienso, castigó a Oaxaca y al final Nietzsche no vino, anulando a los oaxaqueños -anulándonos- una buena historia que contar. Pero más que nada castigó a Nietzsche y por eso no vino, por andar gritando a los cuatro vientos que Dios no existía, que Dios había muerto. Pero Dios nunca muere, como buen oaxaco lo mantengo, pero nada tengo que decir yo, puesto que ya lo dijo, y mejor, don Macedonio Alcalá. Resulta que este compositor se enteró, al parecer en un sueño (me gusta pensar que en un sueño), que Friedrich Nietzsche pretendía embarcarse y pisar Oaxaca, y para rebatirlo compuso un vals, Dios nunca muere:
22.7.05
Sheikh-al-jebal
No es el arte de matar lo que nos mueve. Puedo dibujar caracolas sobre el pecho de mis muertos. Utilizar los más finos cortes de un intestino delgado, y dibujarlas. Puedo trazar castillos en el aire con sus cuerdas vocales. Puedo trazarlos. Hacer flores bellísimas con el hígado que le extraje, y encajárselas en sus manos. Pero no es la belleza quien me mueve. Mis ancestros encontraban en el acto de clavar la daga la liturgia. Ese acto, a simple vista tan vulgar, era un altar cuando lograbas esfumarte. Sin que nadie lo notara, con la sangre de las manos en el saco, uno dejaba, a paso lento, la escena de su crimen. Eso era el altar. Ser el silencio. Gestar esta estirpe de secreto. Luego mis ancestros subían la montaña y se unían a su Orden. Cada quien con la boca bien cerrada. Salpicando sangre al choque de sus vasos sin que a nadie le importara. Después venía el hachís y el tiempo detenía. … Yo no tengo montaña. Y la prole de la Orden se reduce a mi persona. O al menos eso pienso. Los homicidios anónimos de los diarios no dan pistas que refieran a la estirpe. Ahora estoy mirando tele y prendo un porro. Me pregunto si la hazaña tiene incluso algún sentido. Siempre me pregunto. Aún no encuentro otra cosa en qué sentarme.
21.7.05
De buitres o En el campo de batalla
El buitre profético
3 días antes, la calma se interrumpe. Aletea en el cielo una sarta de 100 buitres. Luego la sarta se dispersa. El cielo se reparte. Lo desmembran. Cada buitre con su cacho. / Les observa un guardia y corre al pueblo, 3 días antes. ¡Están cerca los buitres!, pone al tanto. Y armas y guerreros aguardan la amenaza. // Al tercer día, in situ, sucede la batalla.
II
El buitre tibetano
Al cuarto día el campo está muy rojo. Hay desconcierto. El primero en declarar victoria es el que gana. / Ahora puede recoger sus muertos, llevárselos al pueblo. / El otro, el derrotado, da la espalda al campo de batalla. Poco a poco lo come el horizonte. A paso lento. Sin sus muertos. / Se abandonaban a los buitres los caídos sin victoria.
III
El buitre de María
Sacia el buitre su impulso por la muerte. A tirones bien medidos desvencijan cada cuerpo. Ahí. En el lugar del alma. En el sitio en donde en vida estuvo el alma, hunde el pico cada buitre. / Luego vuelan. Satisfechos. Los machos hacia Norte (50). Las hembras hacia el Este. Y el viento soplando desde Este las fecunda. / Sacia el buitre, al quinto día, su impulso por la vida. // Pronto elige, 3 días antes, nuevos campos de batalla.
18.7.05
Iscariote
suple al reinal
Sustituye el nudo
al anzuelo
El cuello
es un pez
Recuerdo poco grato
15.7.05
París
14.7.05
Tercera y última
Hoy / Jueves 14 / 6 pm / Taller de Percepción Poética, Grupo Cardo / Invita / Presentación del libro Cardo, 5 años, Poesía (Ed. Red_es, 2005) / Antología coordinada por Raquel Olvera / Presentan Dolores Castro, Brenda Ríos y la antologadora / Auditorio de Siglo XXI Editores / Cerro del Agua 248 / Colonia Romero de Terreros / A una cuadra del metro Copilco / Vinito de honor / Entrada libre / Ésta es la tercera y última llamada / Deje la chamba / Asista, que comenzamos
INFORMES DE VENTA AQUÍ, O EN SIGLO XXI EDITORES
13.7.05
La sombra afuera
11.7.05
Segunda llamada. Segunda
2
Las putas del puerto llevan corales adheridos a sus cuerpos
y estrellas marinas de todos los colores.
Los marineros que les beben el sudor lo saben,
por eso regresan felices a sus barcos
llevando una estrella
y una fosforescencia dulce
.....entre sus manos y la boca
sin saber que inevitablemente
.....se sumarán a los próximos naufragios.
Las putas regresan por el malecón
.....de madrugada
y se dejan atrapar por las estrellas
o las recogen como flores en el mar
.....para llevarlas a sus casas
en donde las prepararán con sal
.....absolutamente con sal.
*
9.7.05
El terror llama a tu puerta
Quema un gato hasta las cenizas y espárcelas en la entrada. Que sea el gato más negro que encuentres, no cualquiera. Esto era un método para ahuyentar seres nocivos en la Edad Media. Y mira que hablo de una edad en que brujas y demonios eran seres más visibles (no tiene por qué no funcionarte ahora). ... Pon un cuarzo muy cerca de la puerta. Debió haberse recargado en la pasada luna nueva. Por allí tengo alguno, te lo doy, por si no tuviste la precaución de recargar el tuyo. ... Cuelga al centro de la puerta una herradura de caballo. No te servirá si la adquiriste en las pulgas de la Roma. Vete al campo, con un granjero. No aceptes que te la cobre. O te la da, sin más, o buscas el momento y te la robas. ... Traza señas y cruces en la entrada. Pasa llave, vuélvete a la sala. Descansa. ... De todos modos hallaré la forma, pobre diabla. Husmearé de nuevo en tus cajones.
(post inspirado leyendo el blog de Humphrey Bloggart)
La imagen es de la ochentera cinta El terror llama a su puerta, de Fred Dekker.
7.7.05
Vitral en 3D
6.7.05
El doctor Jekyll está triste
5.7.05
Las cosas cambian
Siento el momento de ser el futuro de un pasado que ya no recuerdo. El tiempo es así. En los ojos del que vuelve, siempre, las cosas cambian. Recuerdo ahora mismo que subimos el faro. Su rostro era un poco el oxígeno. A mí el viento ni me tocaba. ... Le tomé con fuerza y le arrojé del faro.
2.7.05
La Jirafa

En exclusiva para Lumbre Culebra, La Jirafa, un poema para niños tristes de Lety Ricárdez, de su poemario De animalejos y de animalguiños (un libro para chicos y grandes, of course, pero más para los niños, por eso mi esfuerzo en los colorcitos, ja) ::: NOTA: No se asusten. Esta jirafa no es. No existe. No lo ilustra. Ésta la hice de a rápido nomás para subir este post. NOTA2: Denle click a la autora, no sean gachos, es mi mamá.
;)
1.7.05
Fuiste
..........Que guardaste los ojos sin avisarme
con los míos dentro
..........Que me asaltaste
y regresé a la casa como arrastrándome, pensando que con escribir algo, aunque fuera cualquier cosa, dejarías de serlo
Fuiste
..........Lo seguirás siendo
mientras no devuelvas la mano derecha
que dejé en tu sexo